Cuando no puedes decirlo, escríbelo
- Ana Meza
- 29 abr
- 2 Min. de lectura

Escribir no es solo un arte. A veces, es un salvavidas.
Hay cosas que no se dicen en voz alta.Porque no sabes cómo. Porque duele. Porque no te atreves.O simplemente porque no hay nadie al otro lado para escuchar.
Ahí es donde entra la escritura.No como algo bonito, ni como algo “de escritores”, sino como un camino de regreso a ti.
Escribir para sanar no significa que un cuaderno va a curarte el corazón como por arte de magia. Significa que vas a atreverte a mirar lo que sientes, sin filtros. Que vas a poder nombrar lo que te pasa, sin que nadie te corrija. Que vas a dejar de tragarte palabras que ya pesan demasiado.
¿Por qué escribir sana?
Porque escribir te permite escuchar lo que piensas. Ver con claridad lo que sientes y transformar el caos mental en un mapa emocional.
La escritura es el lugar donde puedes llorar sin interrupciones, gritar sin dañar a nadie, hablar sin que te juzguen. Es una conversación contigo que no necesita respuesta.
Sanar no siempre es olvidar. A veces es simplemente entender. O soltar. O aceptar que eso pasó… y que aún así, sigues aquí.
¿Qué escribir?
No tienes que escribir bien. Ni bonito. Ni correcto. Solo necesitas escribir verdadero.
Escribir como quien saca algo que ya no cabe. Como quien vacía una maleta que lleva demasiado peso. Como quien encuentra una linterna en medio del túnel.
Un ejercicio para ti:
Tres textos para soltar
Carta que nunca vas a enviar
Escribe una carta para alguien que te marcó (para bien o para mal). Dile todo lo que nunca dijiste. Lo que dolió, lo que agradeces, lo que quedó pendiente. No la firmes. No la leas después. Solo escríbela y luego decide qué hacer con ella.
Inventario emocional
Haz una lista con 10 cosas que estás sintiendo ahora, sin explicarlas. Solo nómbralas. Por ejemplo: rabia, nostalgia, cansancio, ilusión, culpa, calma… Cuando termines, léelas en voz alta y nota qué sensación aparece.
Así se sintió
Elige un momento difícil de tu vida y escribe cómo se sintió desde el cuerpo: ¿Cómo respirabas? ¿Qué parte te dolía? ¿Qué hacías para distraerte? No cuentes los hechos. Escribe solo las sensaciones.
Lo que no se escribe, se acumula
Y a veces, lo que se acumula… explota. Por eso escribir no es un lujo. Es una herramienta. Una forma de cuidarte. De escucharte. De seguir adelante.
Escribir para sanar no te convierte en escritora. Te convierte en alguien valiente. Alguien que no quiere olvidarlo todo, pero sí entenderlo mejor.
Y quizás, con el tiempo, ese texto que hoy duele…Termine siendo la prueba de todo lo que fuiste capaz de sentir. Y de todo lo que fuiste capaz de soltar.
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